«Los ojos se abren de par en par y los oídos se agudizan, el corazón late con rapidez y la respiración se vuelve superficial o sostenida. Intentamos escondernos o huir. La respuesta es instintiva. Ante una amenaza, nuestros cuerpos toman el mando y nos ponen en piloto automático», Atlas de las emociones humanas.
¿Cuándo se activa el miedo?
El miedo es una emoción básica, como la alegría, la ira y la tristeza. Se consideran básicas en el sentido de que nos acompañan desde que nacemos y están presentes en todas las culturas a lo largo del tiempo.
El miedo se activa ante un peligro real e inminente, que se vive como arrollador y que puede poner en riesgo nuestra salud e incluso nuestra vida. También podemos sentir miedo, por ejemplo, cuando se amenaza la seguridad física de una persona querida.
¿Cómo se afronta el miedo?
La forma más adecuada, y también habitual, de afrontar el miedo es la huida o evitación de la situación peligrosa, siempre que ello sea posible. Tener miedo no es de cobardes, sino de prudentes. Si no es posible evitar el peligro, el miedo nos motiva a afrontarlo.
¿Cuál es la función del miedo?
El miedo tiene como objetivo protegernos. Ha sido una emoción determinante en la supervivencia de nuestra especie. Podemos imaginarnos a nuestros ancestros acurrucados en cuevas, rígidos y sin moverse, con los corazones martilleando contra las costillas, mientras una bestia temible pasa sigilosamente por al lado. El miedo nos ayuda a detectar los peligros y a actuar rápidamente para aumentar las probabilidades de mantenernos con vida.
Miedo real vs miedo ficticio
La experiencia emocional no distingue entre realidad y fantasía. Podemos experimentar miedo, por ejemplo, al ver una película, como con la escena de la ducha en Psicosis. Reaccionamos como si estuviéramos ante un peligro real e inminente porque la emoción es más fuerte que la razón.
¿Qué emociones forman parte de la familia del miedo?
Dentro de la familia del miedo existen diferentes gradaciones como: temor, terror, horror, pánico, pavor, susto, espanto, etc.
Todas las emociones se pueden exagerar, consciente o inconscientemente, hasta llegar a convertirse en trastornos emocionales. Los trastornos asociados al miedo son la ansiedad, el estrés y las fobias.
¿Qué diferencia hay entre miedo y ansiedad?
El miedo, como ya hemos visto, se origina ante un peligro real e inminente, mientras que la ansiedad se experimenta ante un peligro posible, pero muchas veces poco probable y producto de la imaginación. Es resultado, por lo tanto, de nuestros pensamientos. La cantidad de peligros que podemos llegar a imaginar no tiene límites.
Muchos pensamientos que podemos expresar en el lenguaje interior con la estructura “Y si…” son activadores de la ansiedad: “Y si me echan del trabajo”; “Y si me atracan al pasar por el parque”; “Y si le ha pasado algo a mi hija”; etc. La ansiedad nos hace estar en situación vigilante ante lo que puede llegar a suceder.
De esta forma, cuando decimos que tenemos miedo a hablar en público, a hacer el ridículo o a volar, en realidad no se trata de miedo sino de ansiedad. En el lenguaje coloquial se confunden fácilmente ambos términos.
Si bien ante el miedo conviene huir siempre que sea posible, ante la ansiedad conviene afrontarla. En gran medida, es una cuestión de voluntad en el control de lo que pensamos.